Esta entrada es mi homenaje a todas esas oposiciones que no son la mía y a las que no me pienso apuntar nunca más. Si es que ya lo dice el refrán: “Más vale pájaro en mano que ciento volando” así que a aplicarse el cuento.
El año pasado, siguiendo las “sabias” recomendaciones de algunos profesores, decidí apuntarme a cualquier oposición parecida a la mía que saliera para ayuntamientos o universidades. Los profesores llaman a esto “dispara a todo lo que se mueva”. Curioso es, sin embargo, que ellos en su día no se apuntaran a nada.
El caso es que después de hacer unos 6 exámenes que no me han servido para nada excepto para perder alguna que otra mañana de estudio y para desmoralizarme, he decidido que no me voy a apuntar a más oposiciones de este tipo y que me voy a centrar simplemente en las del Estado: la del grupo A1, que es la que preparo, y la del grupo A2 que, teóricamente, es un subconjunto de la del grupo A1.
El sábado hice el último de estos exámenes sin sentido, para una universidad. Y fue como jugar a la quiniela, sólo que encima me perdí la clase en la academia por ir al maldito examen. Una total e inmensa pérdida de tiempo.
A pesar de ello, me apetecía dedicar una entrada a estas entrañables oposiciones, para rememorar todas las mañanas rellenando solicitudes, yendo a bancos a pagar tasas y visitando distintos ayuntamientos y oficinas de registro. Y, una vez apuntada en alguna oposición inútil, meses y meses consultando la web de los ayuntamientos esperando, sin éxito, noticias sobre la fecha de los exámenes todo para que, cuando 6 meses después, te has rendido y empiezas a dudar si de verdad esa convocatoria existió alguna vez, consultes la web una vez más y te encuentres una sorpresa del tipo: “El examen es mañana. Ahí se pudran los opositores que no lo hayan leído”.
Y finalmente llega el día del examen, que siempre, repito SIEMPRE, coincide o con clase en la academia o con la única época de vacaciones de todo el año (después del cuarto examen) o con ese fin de semana en el que habías pensado en algún plan interesante.
Y después, la llegada a la universidad de turno donde se realiza el examen, la búsqueda exhaustiva de la cafetería para cargar la batería, la tensa espera en la sala mirándote con los otros dos mil opositores mientras suena en tu mente la banda sonora de “El bueno, el feo y el malo”, la reunión con tus amigos opositores que, insensatos, también se apuntaron a esa oposición inútil, las risas cargadas de hastío por estar ahí en vez de en cualquier otro sitio, las miradas comprensivas entre nosotros, la unión ante el enemigo común, los comentarios después del examen, de nuevo risas ante las preguntas surrealistas que hayan decidido incluir y, sobre todo, el entendimiento, los lazos que se crean entre nosotros, que hemos coincidido en una época de nuestras vidas que nos marcará para siempre y en la que estamos luchando por un objetivo que tenemos claro, época de la que nos reiremos en el futuro en circunstancias y lugares mucho mejores que uno de esos exámenes que, sin duda, olvidaremos.
Todo un mundo el de las oposiciones, sí señor.
Todo un mundo el de las oposiciones, sí señor.
Luego siempre está la rumorología que rodea a estas oposiciones de los ayuntamientos y las universidades. Verdad o mentira, sí es cierto que en algunos de estos exámenes te encuentras preguntas muy muy específicas de alguna tecnología en concreto, que parecen preparadas para una persona que trabaje justamente con eso y no para evaluar el conocimiento de un grupo heterogéneo de opositores. Si añadimos a la coctelera el hecho de que otorguen puntos por haber trabajado en ese ayuntamiento o universidad ... un poco de hielo, pizquita de hierbabuena, mezclamos el brebaje con un poco de ritmo y que cada uno saque sus propias conclusiones.
Pero bueno, todas estas oposiciones, de alguna forma, también han formado parte de la aventura y, por eso, se merecían un espacio en este cuaderno de bitácora.
Por lo demás, el fin de semana llega a su fin, con un lado bueno y un lado malo. El lado bueno, que mi hermana, mi cuñado y mi novio se presentaron por sorpresa aquí en el campamento base en la sierra y hemos podido estar todos juntos tranquilamente. El lado malo, que eso ha repercutido en mi estudio, porque me apetecía más estar con ellos que con la Ley de Propiedad Intelectual, para qué nos vamos a engañar. Y también ha repercutido en mi maldita dieta, que se me está resistiendo y que no ha podido ganar la batalla a esas comidas familiares que prepara mi madre, alias “La madre que prepara la mejor tortilla de patata de España”.
Se preguntará el lector si ya poseo “un cuerpo en forma como Elle Macpherson”. Bueno, nada más lejos de la realidad. Cierto es que he perdido 5 kilos desde que volví de Londres pero los he debido perder de la córnea porque es el único sitio que me noto más delgado. Mi vídeo de ejercicio lo he tenido que dejar un par de semanas porque lo empecé con tanto ahínco que me hice polvo el pectoral y he estado con dolor hasta hace nada. Mañana retomaré el vídeo y espero no hacerme daño de nuevo ... ¿Se podrá volver a estar en forma después de dos años vegetativos? ...
La última novedad de la semana la constituyen mis nuevas gafas y mis futuras lentillas. En los últimos años me ha aumentado esa miopía que le debo a mi gran e inseparable amigo el ordenador (merci, una vez más). Así que este finde me fui a la óptica a graduarme de nuevo la vista, me hice unas gafas nuevas super fashion de la muerte y, de paso, voy a dar una oportunidad a las lentillas.
Han quedado encargadas y me las traen el martes. Ese día será divertido porque el hombre de la óptica, muy simpático por cierto, no sabe lo que le espera xDDD Me tiene que enseñar a ponérmelas y creo que ahora mismo no se me ocurre nada en el mundo que me dé más grima (aparte de un compañero de la academia especialmente pedante) que meterme un objeto extraño en el ojo. Pero bueno, la verdad es que me vienen fenomenal las lentillas, sobre todo si pretendo jugar al tenis y poder ver la bola a menos de 1 centímetro de mi cara, así que conseguiré ponérmelas y espero tolerarlas sin problemas.
El final de mi historia con las lentillas, mi metamorfosis en Elle Macpherson y mi evolución estudiantil en la próxima entrada.
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